viernes, 25 de mayo de 2007

Patricia Cornwell, novelista de asesinos


Patricia D. Cornwell nació en 1956 en Miami. Tras graduarse en Davidson, Carolina del Norte, sus primeros pasos los dió como reportera de sucesos para el periódico "Charlotte Observer". Después trabajó durante seis años como analista forense en el estado de Virginia, lo que le ha permitido adquirir conocimiento en esta materia y conocer un mundo que después reflejaría en sus novelas, incluidas las múltiples autopsias que presenció.
Desde hace unos años se dedica en exclusividad a la escritura. Es autora de varios best-sellers y goza de una posición de privilegio en la literatura negra y de suspense actual, siendo en su género una de las escritoras más prestigiosas.
La primera obra de Patricia Cornwell, Post Mortem (Grijalbo), es la única novela que ha ganado en el mismo año los premios Edgar, John Creasey, Anthony y Macavity, además del Prix du Roman. Sus siguientes obras El cuerpo del delito (Grijalbo), La jota de corazones, Cruel y extraño, La granja de cuerpos, Una muerte sin nombre, Causa de muerte, Un ambiente extraño, Punto de Partida, Identidad desconocida y El último reducto (todas ellas de Ediciones B) continúan la serie de la doctora forense Kay Scarpetta y han obtenido la misma acogida entusiasta por parte de la crítica internacional. El personaje de Scarpetta recibió en 1999 el premio Sherlock por ser el mejor detective creado por un autor norteamericano. Gracias a esta serie, Cornwell es un punto de referencia para la literatura policíaca contemporánea. Durante los últimos años, esta autora alterna la escritura de más entregas protagonizadas por Kay Scarpetta con la de una nueva serie basada en experiencias personales y en aspectos de la investigación criminal que llevó a cabo en la época en la que se dedicó al periodismo de sucesos para el periódico The Charlotte observer. Esta nueva serie consta ya de tres títulos: El avispero, La Cruz del Sur y La isla de los perros. Cornwell es una buena narradora, que dota sus historias de una gran profundidad. En sus novelas siempre hay mucho más de lo que la trama central muestra, nunca son de una acción trepidante, es más, se detiene en describir minuciosamente cantidad de aspectos que inducen a la reflexión. En todos sus libros predomina abrumadoramente el diálogo. Esto le da un ritmo vivo y a la vez muy cercano al mundo del lector. Es casi imposible encontrar una hoja sin diálogos. Se muestra lo que sucede por la boca y ojos de los diferentes personajes. Es una perspectiva teatral, dramática, que da una sensación de inmediatez y de realismo muy fuerte. Utiliza detalladamente la descripción de las autopsias de los cadáveres o la apariencia de los muertos para transmitir al lector la frialdad de la muerte, la sinrazón de los asesinatos. Le hace partícipe y al mismo tiempo consciente de su significado, despojando al hecho doloroso de la muerte de la trivialidad del espectáculo violento. Para la autora, la muerte ni es frívola, ni banal, sino desgarradora y atroz. De hecho, cuando en 1991 John Benson Waterman fué acusado de estrangular a su vecina, Jacqueline Galloway, empleando las técnicas descritas en Post Mortem, por si acaso seguía la cadena de alumnos imprevistos, Patricia se prometió no volver a dar detalles de cualquier acto de violencia, desde la perspectiva del criminal.
“Es importante para mí para vivir en el mundo sobre el que escribo", dice Patricia Cornwell, " Si quiero que un personaje haga o conozca algo, quiero hacer o conocer la misma cosa". Estas palabras explican de forma clara la rutina de trabajo que Cornwell se autoimpone. Sabe mucho de policias, perfiles de criminales y asesinos tortuosos. El montón de conocimientos técnicos de los que hace gala no parecen conocimientos de segunda (o tercera) mano. ¡No! Patricia se patea las calles y las comisarías, le gusta salir con los policías a recorrer las calles y estar en el lugar donde se producen los hechos violentos. Se cuenta que estudió informática, que tiene amigos policías y que para colmo hasta cuenta con un grupo de médicos forenses que revisan sus escritos. Apoya también a varias instituciones preocupadas por la investigación forense, el apoyo de las víctimas, y el rescate de animales.
Cornwell, es además, autora de varios libros de cocina (dotes culinarias de las que se aprovecha Scarpetta), de la biografía Ruth Graham (A Time for Remembering) y de una polémica obra de investigación: «Retrato de un asesino: Jack el Destripador caso cerrado». Para esta última, considerada por el Publishers Weekly como "Uno de los libros de investigación criminológica más importantes de nuestro siglo", Cornwell invirtió entre 4 y 6 millones de dólares en recopilar pruebas científicas y documentos para establecer la identidad de uno de los asesinos en serie más famosos de la historia. En esta obra presenta pruebas de ADN y documentos que apuntan a que el verdadero asesino era Sickert, un discípulo artístico del estadounidense James Whistler y amigo del francés Edgar Degas. Ante las críticas recibidas por parte de algunos expertos en el legendario asesino, como Stephen Ryder, Cornwell declaró al New York Times: «Estos expertos en el Destripador están comprensiblemente muy molestos. No quieren que otra persona encuentre al sospechoso. Eso arruinaría su juego».
Tras este alto en su carrera para escribir su obra centrada en la figura de Jack el Destripador, Patricia Cornwell retoma con La mosca de la muerte la serie de novelas protagonizadas por la investigadora Kay Scarpetta que la ha hecho internacionalmente famosa

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