miércoles, 30 de mayo de 2007

EL MATAVIEJAS


José Antonio Rodríguez Vega es sin duda uno de los asesinos en serie más fríos y crueles de la historia reciente de España. Tras juicio sumario, se le declara culpable del asesinato de al menos 16 personas, en un período no superior a un año, sobre todo mujeres mayores a las que antes violaba.
Santander, verano de 1987. Tienen lugar una serie de muertes en circunstancias muy similares: Mujeres solas, de edad avanzada, cuyo fallecimiento se debe en apariencia a causas naturales. Casi todas son encontradas en sus camas, cuidadosamente arropadas. “¿Demasiadas coincidencias?” Esa es la pregunta que se hace un joven periodista del Diario Montañés, Maxi de la Peña, que, tras investigar por cuenta propia, lanza una arriesgada hipótesis: Un asesino en serie anda suelto por la ciudad. Paralelamente, la policía da con un extraño denominador común: En varios de los edificios en que residían las ancianas se han llevado a cabo recientes reformas de albañilería. Desde ese momento, se suceden uno tras otro los errores del hasta entonces criminal perfecto: M. G., de 82 años, muerta con síntomas de violencia; N. Robleda, viuda de 62 años, claros signos de violación; otra de las víctimas es encontrada con la dentadura postiza clavada en el interior de la garganta...
Una tarjeta lleva a la policía hasta el presunto culpable. Se trata de un joven bien parecido y educado que se gana la vida haciendo reformas de albañilería. En su habitación, decorada en tonos rojizos, exhibe una tétrica galería de recuerdos de las víctimas que le obliga a confesar.
Ordenado, meticuloso, amable, seductor... Los psiquiatras debaten si se trata de un psicópata desalmado o de un ser humano con las facultades perturbadas. Sus antecedentes no tardan en salir a la luz: En su juventud era conocido como “el violador de la moto” y fue condenado por agresión sexual. A pesar de todo, valiéndose de un enigmático poder de persuasión logra, desde la cárcel y mediante astutas cartas, que sus víctimas le perdonen. Todas menos una... Aunque nada puede evitar que finalmente sea condenado.
En la cárcel de Topas, Salamanca, a sus 44 años, José Antonio dedica todo su tiempo y esfuerzo a finalizar sus memorias, con las que espera enriquecerse en cuanto termine de cumplir condena. Pero el 25 de Octubre de 2002, dos reclusos comunes le asestan 113 puñaladas y acaban con su vida. Uno de los asesinos dice con orgullo a una cámara de televisión: “He matado al mataviejas” ¿Ley de la cárcel, como afirman los asesinos? Las cosas no son tan sencillas...

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