lunes, 30 de abril de 2007

MUJERES ENVENENADORAS

La relación entre el veneno y las mujeres es casi tan antigua como la relación entre las mujeres y el asesinato. Los hombres también han usado el veneno como método de acabar con la vida de alguien, sobre todo en los dos siglos de oro del veneno, la Italia del siglo XV y la Francia del siglo XVII, pero en general los hombres a la hora de matar, debido a su mayor fuerza física y a su talante más violento, se decantan por métodos más sangrientos o traumáticos como los disparos, el apuñalamiento o la estrangulación.


Paqui es un recuerdo del pasado. Una de esas asesinas tradicionales que envenena en solitario sin enredar a amantes ni a matones a sueldo en sus crímenes. Una asesina en serie autosuficiente cuya historia es similar a la de cualquier otra colega de siglos pasados, salvo por la circunstancia de que conoció a su amante por internet. La Envenenadora de Melilla era como casi todas su colegas un ama de casa, y madre abnegada, que cuidaba de su aparentemente enfermiza familia al tiempo que los exterminaba.Francisca Ballesteros, Paqui, ha sido condenada en septiembre a 84 años de cárcel por envenenar a su marido y a dos de sus hijos y por intentarlo con el tercero. La Audiencia Provincial de Málaga en Melilla la declaró culpable de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, por la muerte de su hija Sandra, dos delitos de asesinato con alevosía, por la muerte de su marido y su hija Florinda, y un delito de asesinato en grado de tentativa, por su hijo Antonio. La Envenendora de Melilla declaró que le estuvo dando Colme (un medicamento indicado para dejar el alcohol compuesto de cianamida cálcica) a su marido, Antonio González, hasta que falleció, porque bebía y la maltrataba física y, sobre todo, psicológicamente. También dijo que suministró la misma medicina a sus hijos Antonio y Sandra para que no sufrieran por la desaparición de su padre. En cuanto a la muerte de su hija Florinda, que falleció en 1990 cuando tenía seis meses, no dio ninguna explicación. Los investigadores sólo habían encontrado rastros del medicamento en el cadáver de Sandra porque se elimina totalmente del organismo a las 6 o 12 horas. También encontraron Colme en una botella de agua que la niña tenía en la mesilla de noche de su habitación cuando fue trasladada al hospital. Ballesteros es una valenciana de 36 años que vivía en Melilla con su marido y sus dos hijos. En el verano de 2003 conoció a varios hombres a través de internet, y en noviembre de ese mismo año su marido y sus hijos ingresaron en el hospital por una intoxicación que la envenenadora achacó a unas fumigaciones. Ese mismo mes viajó a Tenerife para conocer a uno de los ciberamantes y dos meses después, en enero de 2004, falleció su marido Antonio, un funcionario que por entonces tenía 42 años y con el que llevaba 17 años casada. Se atribuyó su muerte a un infarto de miocardio. Pero las desgracias no dejaron de sucederse en la familia y el 4 de junio de 2004 falleció su hija Sandra, de 15 años, al poco de ingresar en el hospital con síntomas de intoxicación y poco después ingresaba también en el hospital con los mismos síntomas su hermano Antonio, de 12 años, que fue el único que se salvó. Algunos familiares de Paqui deben estar de su parte porque asistieron al juicio e incluso se enfrentaron con los parientes del marido, así que tal vez no hay más muertes sospechosas en la familia y a lo mejor Paqui no ha matado a ningún otro pariente sanguíneo.

LA FOGOSA Y EL CIBERAMANTE:
El amante tinerfeño de la envenenadora, Cesáreo A.P., declaró en el juicio que pensaba casarse con Paqui y que desconocía que ésta estuviera casada y tuviera dos hijos. La mujer se hacía llamar "fogosa" en el chat de internet en el que se conocieron en agosto de 2003. Cuatro meses después Paqui viajó a la isla para encontrarse con él. El apodo debía ser afortunado y tras un primer encuentro en un hotel de Tenerife el hombre le pidió que se casara con él, según su declaración. La envenenadora accedió, pero le dijo que primero debería volver a Melilla para vender una propiedad. La mujer le había contado a Cesáreo que su marido y su hija habían fallecido en un accidente de tráfico. El hombre sólo sospechó de la sinceridad de Fogosa cuando durante una conversación telefónica pudo oir como alguien la llamaba "mamá".

1 comentario:

Juan Manuel dijo...

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