lunes, 30 de abril de 2007

ENVENENAMIENTOS

Se dice que el veneno es el arma de los cobardes porque no te manchas de sangre, ni tienes que pelearte y ni siquiera es necesario revelarle a la víctima que tú eres su verdugo. Se calcula que sólo un cinco por ciento de los asesinatos se cometen con veneno, pero seguramente es el responsable de muchos más crímenes que pasan por muerte natural. La administración prolongada de pequeñas cantidades de veneno suele hacer que la víctima enferme poco a poco y que finalmente su médico certifique que ha fallecido por alguna enfermedad: insuficiencia hepática, ataque al corazón, gastroenteritis aguda,...

El Dr. Cream mataba a mujeres.
Los hay de muchos tipos: Los que reducen la capacidad de oxigenación de la sangre (cianuro, monóxido de carbono,...), Los corrosivos que perforan el estómago (gas mostaza, cloroformo,...), los que causan lesiones en distintos órganos (arsénico, antimonio, estricnina, mercurio,...) En realidad, hay un montón de sustancias que administradas de manera incorrecta acaban causando la muerte: comidas muy saladas y unas pastillas hipertensivas, disueltas en las tazas de café, acabarán algún día con la vida de ese molesto marido hipertenso. Es un arma muy común entre los médicos. A finales del siglo XIX, por ejemplo, el doctor Thomas Neill Cream daba píldoras (de estricnina) "para el cutis" a las prostitutas londinenses. Lo que le divertía era verlas retorcerse de dolor. Sufrían horribles espasmos, se les ponía una mueca en la cara y se les arqueaba la espalda hasta que fallecían por asfixia o fallo cardíaco. De todas formas, el veneno es el arma por excelencia de las mujeres y el de la mayoría de las asesinas en serie.

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